火曜日

0.0

nacer es algo que duele o qué manera de yo ver

SE ME QUEDAN EN LOS DEDOS, se me quedan, las palabras que antaño derramaban las yemas resbalando de mis huellas dactilares. Se me ahogan en ese laberinto digital que me define, se pierden en esos callejones sin salida, se golpean con las paredes de líneas y no salen, no quieren salir, no les apetece, no quieren mojarse con la lluvia.

Se me quedan en el alma, se me quedan, las palabras que debieran ser dichas, se me acuestan al calor de lo que guardo en el corazón y en el propósito, se me duermen al abrigo de mi dentro, se sienten seguras en mi interior y se acomodan, ignorando el frío del afuera, mirando hacia otro lado, dejándome muda la escritura.

Se me quedan en ideas, se me quedan, las palabras que debieran transformarse en discurso, en crónica, en relato de lo que vi y de lo que fui aprendiendo, de lo que antes intuí y ahora recuerdo, de lo que supe al mirar el mundo con ojos clínicos, con párpados atentos, con la vista clara y la conciencia en paz, llena de calma, agarrada a lo que vale.

Y así no hablo. Ni escribo. Ni digo lo que ha de decirse. Lo que tiene que contarse. Lo que debe viajar como yo hice.


Que quererte es lo que soy.


Eso sí digo.


Que amarte es suelo fértil, colchón seguro, la casa en la que habito. Y aunque parezca mentira, aunque creas que no es posible, aunque sientas todo esto alarde literario que a mí mismo me desmiente, siento que se me ha perdido la lengua para decir palabras, y sólo sirve ya para besarte.